Lectura recomendada


Para los exámenes y criterios de evaluación, lee bien al fondo abajo del Blog el texto "Para Tener en Cuenta". .Norberto

miércoles, 9 de marzo de 2016

Elementos químicos

Llamamos ELEMENTOS QUÍMICOS a los componentes elementales de todas las sustancias químicas, es decir aquellos componentes básicos que no pueden ser descompuestos en nada más sencillo y que en diferentes combinaciones componen a todas las sustancias simples o compuestas, inorgánicas u orgánicas.
Se han hallado hasta la actualidad  90 elementos químicos en la Tierra y se supone la existencia de otros 2 que se sintetizaron en el laboratorio pero no se han encontrado en la naturaleza. También se han sintetizado otros 20 elementos, conocidos como transuránicos, pero son todos radiactivos y de vida media relativamente corta por lo cual se sabe que no existen naturalmente.
Estos elementos se encuentran ampliamente distribuidos en la atmósfera, la hidrósfera y principalmente la corteza terrestre; algunos son muy abundantes, conocidos y usados por el hombre, como el oxígeno, el carbono, el hidrógeno, el hierro, el cobre, etc. Otros, a pesar de su abundancia son poco conocidos y recién en los últimos tiempos se están utilizando con algún fin tecnológico como el silicio, el helio, o inclusive el aluminio. Algunos son muy conocidos a pesar de su escasez como el oro o el platino y finalmente a otros muy escasos y por eso poco conocidos y utilizados como osmio, disprosio, telurio, etc.
El hidrógeno (H) es el elemento más abundante del universo (prácticamente el 99%); es el principal componente de las estrellas y del polvo interestelar en estado nativo o como plasma. Es el elemento de átomos más livianos, el la Tierra se encuentra siempre combinado formando parte principalmente del agua (11% en masa) y de algunos minerales de la corteza; es prácticamente inexistente en la atmósfera pero es fundamental para los seres vivos.
El oxígeno (O) es el elemento más abundante de la corteza terrestre (46%) y en el agua (88%), y el segundo en abundancia en la atmósfera (21%) y es también de fundamental importancia para la vida. Interviene junto con el agua y el CO2 en el ciclo de la respiración y fotosíntesis que sostiene el sistema vital terrestre.
El carbono (C) es un elemento relativamente escaso, dada su fundamental importancia para los seres vivos; se encuentra en estado nativo en los yacimientos de carbón, grafito y diamante que son sus tres variedades alotrópicas naturales; también combinado formando sustancias compuestas como el dióxido de carbono (CO2) atmosférico y numerosos minerales de la corteza o disueltos en el agua conocidos como carbonatos, entre ellos el carbonato de calcio que forma al mármol.
El nitrógeno (N) es el principal componente de la atmósfera terrestre donde se encuentra en estado nativo (89%) mezclado con el oxígeno y otros. En menor proporción en la corteza terrestre formando numerosos minerales conocidos como nitratos y nitritos, es también un elemento biogenésico, es decir de fundamental importancia para los seres vivos.
El Helio (He) es el segundo elemento en abundancia relativa en el universo, se forma a partir del hidrógeno en la reacción nuclear de fusión, por la que obtienen su energía luminosa y calórica todas la estrellas. Prácticamente no se encuentra en la Tierra. Junto con el neón (Ne), argón (Ar), kriptón (Kr) y xenón (Xe), forma parte del grupo de los gases inertes, llamados así por su casi nula actividad química, por lo que se los encuentra sólo en estado nativo en el aire atmosférico.
El silicio (Si) es el segundo elemento en importancia en la corteza terrestre (28%) donde se encuentra siempre combinado formando una enorme variedad de minerales conocidos como silicatos que integran casi todas las rocas y suelos desde la arena pasando por la arcilla hasta el granito. Es uno de los pocos metaloides que se emplea en la fabricación de semiconductores que han adquirido gran importancia en la nueva revolución tecnológica provocada por la electrónica.
Aluminio (Al), calcio (Ca), sodio (Na), potasio (K) y magnesio (Mg) son los metales más abundantes de la corteza terrestre (19%)(El SIAL y el SIMA) donde se encuentran siempre combinados formando minerales.
El hierro (Fe) y en níquel (Ni) son los elementos que componen casi todo el núcleo terrestre y forman numerosos minerales en la corteza terrestre. Se encuentran también en muchos meteoritos.
El oro (Au), la plata (Ag) y el cobre (Cu), son de los pocos metales que pueden encontrarse en la corteza terrestre en estado nativo en filones o arenas sedimentarias.
El azufre (S), junto con el carbono es de los pocos no metales que pueden encontrarse en estado nativo formando depósitos o yacimientos superficiales o subterráneos en la corteza, pero también se encuentra combinado con otros formando minerales llamados sulfuros, sulfitos y sulfatos, de los cuales el yeso (sulfato de calcio) es uno de los más conocidos. Es uno de los oligoelementos como el fósforo (P) que en cantidades menores es importante también para los seres vivos.
Varios metales livianos como sodio (Na), potasio (K), calcio (Ca) son también oligoelementos vitales y se encuentran ampliamente distribuidos en la corteza terrestre, o disueltos en el agua de ríos, mares y napas subterráneas.
Otros metales más pesados relativamente abundantes en la corteza tienen diversos usos como el cinc (Zn), cromo (Cr), mercurio (Hg), estaño (Sn), plomo (Pb) , etc.
Los halógenos: flúor (F), cloro (Cl), bromo (Br) y yodo (I), constituyen un grupo muy particular de no-metales muy reactivos que se encuentran en numerosos minerales de la corteza o en el agua, combinados con varios metales.
Los elementos de átomos más pesados que los de plomo, como radón (Rn), radio (Ra), torio (Th), uranio (U), etc. son radiactivos, es decir que sus átomos transmutan con el tiempo en otros átomos más livianos emitiendo radiaciones α, β, o γ que son nocivas para los seres vivos pero se suelen usar en algunas actividades industriales o de diagnóstico o tratamientos médicos.
Por último, los elementos de átomos más pesados que los del uranio, como el plutonio (Pu) y muchos otros, se conocen como transuránicos y son todos sintéticos, es decir fabricados en el laboratorio o en los reactores nucleares y sus átomos terminan transmutando en otros más livianos en un tiempo más corto o más largo.

El concepto de elemento químico no siempre estuvo claro en el conocimiento científico. En la antigüedad clásica, con el pensamiento griego aparecieron las primeras ideas acerca de que todo lo conocido estuviera formado por unos pocos elementos y se consideraba como tales al agua, el aire, la tierra y el fuego, y en cambio no se reconocían como tales a elementos de mucho uso como el hierro, el cobre, el cinc, el estaño, el plomo, el oro, la plata y otros. Este pensamiento se extendió prácticamente durante toda la Edad Media, aunque se fueron incorporando otros como el mercurio y el azufre. Los alquimistas descubrieron nuevas sustancias y elementos como bismuto, platino, fósforo, níquel, magnesio y otros,  pero aún sin tener claro cuales eran elementales y cuales eran compuestos.
No fue sino hasta la formulación de las leyes de conservación de las masas y de los elementos propuestas por Lavoisier a fines del siglo XVIII, cuando se adquirió una noción clara de lo que debía considerarse un elemento químico, es decir que aquello que no puede descomponerse en nada más sencillo y además permanece inalterable en los fenómenos químicos.
Así hacia fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX se reconocieron y descubrieron más de 40 elementos, entre ellos: hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, cloro, uranio, titanio, cromo, sodio, potasio, calcio, yodo, silicio, aluminio, etc.
Ya desde la antigüedad se distinguían las sustancias metálicas de las demás porque se les podían dar forma mediante golpes de martillo, eran maleables, dúctiles, se fundían al calor, se aleaban entre sí, etc. pero ahora era posible distinguir cuales de esos materiales metálicos eran verdaderos elementos químicos y así se clasifican estos en dos grupos, los metales que reunían esas características y además eran buenos conductores del calor y de la electricidad y formaban iones positivos en los compuestos, y los No-metales que tenían características generalmente opuestas.
Sin embargo la gran cantidad de elementos que ya se conocían y se seguían descubriendo hacía necesaria una mejor clasificación. Así aparecieron las tríadas de Döbereiner (que los clasificaba en grupos de tres elementos) y las octavas de Newlands (que los ordenaba en períodos de ocho elementos a partir de los cuales las propiedades comenzaban a repetirse). Finalmente en 1869 Dmitri Mendeléyev (o Mendeleiev) publica su obra “Principios de Química” en la cual incluía la “Ley de la Clasificación Periódica” y proponía su Tabla. Según esta ley, “las propiedades químicas de los elementos y muchas de sus propiedades físicas son función periódica de sus masas atómicas.” Es decir que al ordenar los elementos según el orden creciente de sus masas atómicas, se ve que después de un cierto número, las propiedades comienzan a repetirse y se pueden agrupar en columnas de propiedades similares constituyendo así una tabla. Mendeleiev armó esta tabla siguiendo dos intuiciones: en primer lugar alteró el orden de las masas de algunos elementos para respetar su pertenencia a un determinado grupo y en segundo lugar dejó algunos casilleros vacíos sosteniendo que allí irían elementos que aún no se habían descubierto. Esta capacidad predictiva le dio mucha importancia a esta nueva ley y los textos de Mendeleiev se divulgaron por todo el mundo. En pocos años los casilleros vacíos se fueron ocupando con nuevos elementos que se descubrieron como el Galio (Ga) y el germanio (Ge) y además hubo que agregar una nueva columna para los gases inertes (no prevista por Mendeleiev porque no conocía a ninguno de ellos). Hacia fines del siglo XIX, con el conocimiento de la estructura interna del átomo que veremos más adelante, se hizo evidente que el Número Atómico (Z), es decir la cantidad de protones de los átomos, era una característica más distintiva del elemento que su masa atómica. A principios del siglo XX Henry Mosseley modificó parcialmente la ley de Mendeleiev para sostener que “las propiedades de los elementos son función periódica de sus Números Atómicos” solucionando así el problema de las alteraciones en el orden de la Tabla original. Con algunas modificaciones menores, esta tabla es la que se utiliza en la actualidad.
La Tabla Periódica es entonces la clasificación de los elementos químicos en orden creciente de sus números atómicos y agrupados según sus propiedades químicas. Tiene una estructura característica formada por: 18 grupos o columnas verticales, 7 períodos o filas horizontales,  4 sectores y 3 bloques.
En cada celda o casillero de la Tabla se incluye un solo elemento químico y se anotan de él su nombre, símbolo, número atómico, masa atómica relativa y configuración electrónica entre otros datos  que pueden aparecer según la edición como el estado de oxidación, la densidad, el punto de fusión, el de ebullición, el estado de agregación o la estructura cristalina.

Estudiaremos en clase con mayor detalle esta Tabla y su relación con la estructura del átomo.